EL JARDÍN DE LAS PERSONAS AUTÉNTICAS
Empecé a discutir con mi compañera, como tantas veces y por los
motivos de siempre, pero esta vez algo distinto ocurrió ... las voces de los
dos empezaron a parecerme lejanas y era capaz de adivinar las siguientes
palabras que íbamos a pronunciar. Una parte de mí se convirtió en espectador y
dejó de juzgar, de tener la necesidad de poseer la verdad, de sentirse víctima
... Mi estado emocional se serenó, dejé de ver a dos personas discutiendo y me
sorprendí escuchando a dos auténticos robots que repetían unos papeles aprendidos;
era evidente que aquello no conducía a nada: me encontraba ante la vieja lucha
entre personajes sometidos a la fuerza de gravedad de la dualidad y sordos
debido al estruendo de sus propios victimismos.
Mi parte de espectador se
alegró al comprender que no es posible un futuro libre en común si cada miembro
de la pareja no está dispuesto a abandonar los papeles de víctima y su arma
mortal: los juicios. Empecé a sonreír, mientras mi compañera seguía con su discurso, ignorante de todo lo que
había acontecido en mi interior. ¿Me pregunté qué había desencadenado en mí la
aparición del observador y cómo podría provocarla en mi compañera o ... tal vez
no tenía derecho a hacerlo? La víctima llamó a mi puerta, intentó manipularme,
pero no renuncié a mi observador. Comprendí que no podría salir de aquel
atolladero sin la sabiduría de mi corazón, así que sonreí, era mi forma de
llamarla. ..
Mi compañera frenó en
seco sus palabras y clavándome su mirada me dijo: ¡Cómo ... encima tienes la
desfachatez de reírte de mí! Por unos instantes noté que perdía mi conexión con
mi observador, pero no estaba dispuesto a renunciar a la claridad ganada, así
que contesté desde el silencio ... dirigiendo mis "palabras" al
corazón de mi compañera, sabiendo que su personaje-robot no las podría escuchar. De repente, sentí un aroma muy agradable y la
sensación de haber entrado en un hermoso jardín … ¡sí, así era, no cabía ninguna duda, notaba la
pureza y frescor del aire¡ En un banco me esperaba mi compañera sonriéndome.
Empezamos a hablarnos como nunca lo habíamos hecho, fui consciente por vez
primera de que ambos existíamos en una dimensión más allá de cualquier
conflicto. ¡Resultaba que disponíamos de
personajes auténticos desde los que relacionarnos, sin máscaras, sin defensas …
nuestras palabras salían de nuestras bocas como si fueran flores del jardín que
nos acogía! Una voz dentro de mí me dijo: ¡Bienvenido al Jardín de las Personas
Auténticas!
Mientras tanto, “fuera”,
mi compañera, mejor dicho su personaje-robot, continuaba increpándome, pero ya
no me importaba, porque conocía a la auténtica. Seguro que conversando con ella
más a menudo lograríamos ir desactivando nuestros personajes-robots.
Querido lector, todos
existimos más allá de nuestros conflictos, ¿qué te parece si empezamos a
conocernos desde el Jardín de las Personas Auténticas …? Puedes comenzar por
una pequeña cita, lo mejor de todo es que no necesitas el permiso de ningún
personaje-robot, ni tuyo ni de la persona a la que invites, ¿te atreves a una cita así, tan íntima, tan verdadera…?
¡Ahh …y sirve para cualquier tipo de relación, no sólo de pareja! Ya me contarás
…
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