Ahora, querido lector, imagínate que quieres abrazar el árbol, ¿por dónde lo harías? Si lo intentas por las ramas no podrás abarcarlas a todas y además probablemente te pincharás – la dramatización del problema-. Por las raíces simplemente no tienes acceso- el problema en su parte inconsciente- El tronco es la parte adecuada, no sólo lo puedes abarcar, sino que por él pasa toda la sabia -la esencia del problema-.
Empecemos
la experiencia: imagínate al árbol en un entorno agradable, tranquilo, armonioso
… toma aire profundamente, siente su pureza y los aromas de las flores y las plantas medicinales que te rodean. Todo
tu cuerpo es nutrido por este aire y lo sientes por ello más liviano. Acércate al tronco, siente su
corteza, el aroma que desprende, recuerda que es un árbol mágico, que tiene
frutos para todo tipo de problemas … Ahora, abraza el tronco, sintiendo que lo
abarcas en su totalidad, sin esfuerzo, él siempre se amolda al tamaño de tus
brazos. Tu corazón está casi en contacto con el tronco, puedes sentir sus
latidos proyectados sobre la corteza que está tocando tu pecho. En este momento
ya estás preparado para comunicar tu problema al árbol, hazlo en la forma que
lo sientas apropiado. Deja que el silencio sea el vacío que te permita sentir
la respuesta a tu problema, sin las interferencias habituales …. Poco a poco,
irás teniendo la sensación de que estás recibiendo algo, viene de tu propio
corazón y va penetrando en el tronco, de una forma porosa, sin esfuerzos. El
árbol entero se convierte en una antena emisora que transmite símbolos,
imágenes, sensaciones… hacia tu mente,
todo es como un cofre que guarda la solución a tu problema y que te es
entregado para que lo abras, lo investigues, lo interpretes … todo un trabajo
apasionante empieza, en las próximas horas o jornadas empezarás a ver tu
problema desde otra perspectiva. ¡Ahh, a veces ves la solución de inmediato,
con el árbol mágico nunca se sabe …! Es importante que lo vivas como un juego,
pues la inocencia de tu niño interior es clave en el proceso.



Desde hace tiempo que me siento identificada con un árbol. Me lo imagino como que las raíces son las que recogen la savia, es el amor, es mi familia, mis orígenes. El tronco soy yo. Y las ramas... Pues no lo tengo muy claro. Si! Ahora lo veo. Las ramas sería la sabiduría, esas acciones que aparecieron desde el verdadero corazón, las poesía de la vida, el fluír, hacerse grande... Poder albergar, convivir con otros animales.
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